Era la una de la mañana y Luis no podía conciliar el sueño. Estaba cansado de dar vueltas y vueltas en la cama. Las preocupaciones lo tenían atrapado. Se sintió envuelto en una densa y amenazante obscuridad. Desesperado, compungido y temeroso, se arrodilló y oró como nunca lo había hecho, con pasión, desesperación, esperanza y gran ansiedad.
Las preocupantes inquietudes fluían quemantes por todo su ser, su corazón latía aceleradamente, su respiración se alteraba y comenzó a temblar incontrolablemente. Tenía miedo.
Hacía casi dos meses que había perdido su empleo; sus reservas se estaban agotando, no encontraba trabajo, la crisis se acentuaba, los conflictos familiares aumentaban, y las “pegajosas” preocupaciones, deterioraban aún más su situación y su salud. Sentía que se le “venía el mundo encima”.
Había buscado trabajo asiduamente, se había entrevistado con muchas personas, había consultado con amigos, mandado currículos, pedido consejos y recomendaciones; su esposa hacía lo mismo. ¡Tenían que comenzar a vender sus pertenencias para sobrevivir! Estaba entrando en depresión y esto lo aterraba. Un frío interno lo envolvió y sus temblores se acentuaron.
Súbitamente percibió algo, como una presencia muy particular frente a él. Abrió los ojos, no vio a nadie. Parpadeó, buscó, volteó, no observó nada extraño, pero presentía que alguien estaba cerca de él. Bastante temeroso y curioso, se preguntaba qué era eso.
¿Estaba alucinando o era su imaginación? ¡No!, era demasiado real, la sentía físicamente; y en ese momento la escuchó mentalmente.
- Hola, vengo a ayudarte a resolver tus problemas
Luis se preocupó, nunca había tenido una experiencia similar, no entendía lo que le estaba pasando.
- Estás atravesando por una etapa muy difícil en tu vida; estás en crisis económica y emocional y está rebasando tu habilidad para enfrentarte a ella con confianza en ti mismo y en tus enormes habilidades latentes, que por cierto, desconoces.
¿Cómo puedes ser una presencia y de que habilidades me hablas? Todavía hincado, se atrevió a contestar mentalmente.
- Tú me has escuchado muchas veces, puedes pensar también, que soy la voz de tu consciencia, pero no me has hecho caso. Ahora estoy conversando contigo por primera vez, como tu “Yo Superior”, al que tú y todos los seres humanos tienen acceso, si lo conciben y lo desean.
Piensa que soy como tu consejero personal, tu guía, y me estás escuchando sin rechazarme subconscientemente, porque estás pasando por problemas muy serios. Te ayudaré a ver “la realidad” a diferencia de las apariencias tan preocupantes que tú percibes.
Luis comenzó a sentirse más tranquilo con aquella voz interna y esa presencia tan desconocida para él.
“¿Qué más realidad que el hecho de que si no encuentro trabajo pronto, no podré cubrir mis gastos y no sé qué me vaya a pasar?”, pensó, Luis suspirando.
- Ésa es tu realidad temporal, yo estoy hablando de realidades a-temporales, de las realidades trascendentales.
¿Realidades a-temporales, trascendentales? Intuyo algo muy especial, pero no sé de qué me estás hablando, bueno, casi hablando, porque percibo, no escucho físicamente tu voz.
- Estas realidades son las que no cambian, son como verdades eternas. Sugiero que no sigas de rodillas; levántate, cúbrete, porque sigues temblando. Sentémonos en ese sillón, digo sentémonos figurativamente, porque sólo tú te vas a sentar, yo estoy en un tiempo–espacio diferente frente a ti.
Por un momento, Luis olvidó sus problemas y se sintió curioso y esperanzado. Se cubrió con su bata y tomó pluma y papel. Un flujo de energía muy particular le recorría su columna vertebral mientras se sentaba.
- ¿Sigues conmigo?, ¿cómo te puedo llamar?
- Llámame, Luis Mayor.
¿Cómo si fuéramos Tocayos?
- Sí, más que Tocayos.
Tocayo, me tienes muy intrigado. Se me vienen mil preguntas a la cabeza. ¿Qué es eso de mi “Yo Superior”, por qué hasta ahora te estás manifestando conmigo, puedo confiar en ti, no eres un producto de mi imaginación?
- Considérame como tu Súper Conciencia, ésa que no está empequeñecida por tus miedos, tus dudas y tus consideraciones limitantes. Me presento ahora porque es cuando la vida te está poniendo pruebas serias y estás más abierto a aprender y… ¿Confiar en mí?, pues si lo que te diga funciona, y te sientes cómodo y esperanzado, confiarás.
¿Qué puedo hacer para resolver mis problemas?
- Primero que nada, saber que se podrán resolver, y no pienses que te voy a dar “recetas especiales con pociones humeantes y palabras mágicas”. ¿Te interesa comenzar a conocer cómo resolver tu problema económico de una forma práctica y eficaz, ésta misma noche?
Definitivamente me súper interesa.
- Pues bien, hay caminos fáciles y otros más difíciles y escabrosos. ¿Cuál escoges?
El más fácil.
- Éste será más fácil de ejecutar, pero más difícil de aprender. ¿Cuál escoges?
Me la pones difícil, ¿no hay uno que sea fácil de aprender y ejecutar?
- Depende de ti. Si ves a través de una ventana puedes ver gente, sin embargo, si le pones una película de plata sólo te verás a ti mismo.
¿Qué quiere decir eso?
- Que cuando cambias la forma de ver las cosas... ¡Las cosas que ves cambian!
Sólo puedo ver mis problemas como problemas, ¿de qué otra forma podría verlos?
- Velos como oportunidades enormes de aprender y superarte. Los chinos ven las crisis como “Wei - Ji”. “Wei”, le llaman a los problemas, que van acompañados siempre por “Ji”, las oportunidades.
Yo creo que se contraponen, problema y oportunidad.
- Más bien se complementan, porque te hacen crecer intelectual y emocionalmente al ir encontrando las oportunidades de solucionarlos. Si lo comprendes así, verás que los problemas están constituidos por lo que te ocurre, que sólo es un 10% de la realidad, el otro 90% ya no es parte de los problemas, sino tu actitud frente a ellos.
En todo momento eres responsable de tu actitud, por lo tanto, cambiando ésta, cambiarás tu vida. Si crees que puedes resolverlos, puedes, si no crees que puedes, pues… ¡No puedes! En ambos casos tienes razón.