Un Hueco en el Pecho

Un Hueco en el Pecho: 21 Latidos Cuánticos para Volver a Ti Introducción: Hay momentos en la vida en los que el corazón parece detenerse. No porque deje de latir en lo físico, sino porque un dolor profundo lo deja suspendido en un vacío. Eso me sucedió a mí. La muerte de mi hijo abrió en mi pecho un hueco tan grande que no encontraba cómo llenarlo. Más adelante, los desafíos de la salud también me recordaron que mi vida no podía seguir igual. Ese vacío, que al inicio parecía un abismo, se convirtió con el tiempo en un portal. A través de él descubrí que el dolor puede transformarse en camino de sanación, en llamado al alma, en semilla de algo nuevo. Este libro nace de ese proceso: de mi propio viaje de duelo, búsqueda y transformación, y de la certeza de que cada experiencia —por más dura que parezca— puede contener un latido de vida que nos invita a regresar a nosotros mismos. Un Hueco en el Pecho no es un libro de teoría. Es una guía que combina mi historia personal, pasajes bíblicos, ejercicios prácticos y reflexiones energéticas para acompañarte en tu propia travesía. Cada “latido” es una enseñanza, una vibración que pulsa entre el dolor y la esperanza, entre la herida y la sanación. Hoy sé que el hueco en el pecho no es un final. Es un inicio. Es la oportunidad de volver a ti, de abrazar tu vulnerabilidad como fuerza y de descubrir que, aún en medio de la oscuridad, tu corazón puede latir con más amor que nunca. Latido 2: Soy diferente, ¿y qué? "Y reconocí que no existe un ser humano exactamente igual… entonces todo cambió y me liberé." — Marisol Ríos Mi historia: El primer pensamiento que recuerdo fue mientras intentaba llegar al colegio. El reloj de la plaza marcaba las horas con campanadas, y yo, en silencio, las contaba una a una. Pero esa mañana algo extraño sucedió: no podía decir “ocho” en mi mente. La palabra se atascaba. Hoy sé por qué. “Ocho” empieza y termina con la misma vocal, es una palabra corta, rítmica… y para una mente disléxica, eso puede ser un laberinto. No era que no podía hablar. No era que no entendía. Era que no podía coordinar como los demás. Y en ese instante, aun siendo niña, descubrí el poder del pensamiento… y también el peso de las opiniones ajenas. Porque no era que yo no pudiera. Era que me decían que no podía. Años más tarde comprendí que sí podía aprender y expresarme… solo que, a mi ritmo, a mi forma. Y entendí algo aún más profundo: todos tenemos nuestro ritmo. Todos tenemos nuestra forma. Aprendí a apagar las voces que decían “no puedes” y a encender una llama interna que decía: “soy diferente… ¿y qué?”. La diferencia no es una desventaja. Es una frecuencia única, una danza sagrada del alma. Y el pensamiento es su música. Soy neurodivergente, ¿y qué? Transformación: Mi mente no es un error. Es una danza de frecuencias que no todos logran seguir. Durante años intenté amoldarme al ritmo de los demás, pero me di cuenta de que mi música interna tenía su propio compás. Aprendí que la mente no es el problema. El problema es el juicio que cae sobre ella. El pensamiento puede ser prisión… o puede ser puente. Y yo elegí construir un puente. Un puente hacia la autoaceptación, hacia nuevas palabras, nuevas formas de aprender, y sobre todo, hacia la libertad de SER. Hoy, cada vez que el viejo eco me dice “no puedes”, respondo con mi verdad: “Puedo, solo que a mi manera. Y mi manera también es milagro.” Tu mente es como una radio: puedes apretar un botón y sintonizar tu frecuencia más amorosa. La que no te exige, la que te celebra. La que no te corrige, la que te comprende. Porque una mente distinta… también es una mente brillante. Pasaje bíblico “Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él.” — Proverbios 23:7 Aprendizaje No está mal pensar diferente. Solo es pensar desde otra geometría. Y cuando dejas de pelear con tu mente, comienzas a descubrir sus dones ocultos. No se trata de controlar cada pensamiento, sino de dejar de identificarte con los que te apagan. Ser testigo de tu mente es el primer acto de libertad. Y elegir pensamientos nuevos es el primer acto de amor. Observa tu mente sin miedo. Trátala con ternura. Recuerda: en la diferencia vive la semilla del cambio. https://youtu.be/7bxaIoJg0I4?si=r8pqSuKhOO_stgic